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Va violencia escolar en aumento: investigadora de Unison

Por Diego Gálvez

El fenómeno de violencia y acoso escolar lejos de disminuir en Sonora, en los últimos años va en aumento.

Así lo señala la profesora investigadora Mariel Montes Castillo, coordinadora del Laboratorio de Comunicación y Servicios Educativos de la Universidad de Sonora, quien compartió que cuando suceden acontecimientos violentos dentro de una institución educativa, lo primero que se debe estudiar o analizar es el tipo de violencia que se presentó, si fue accidente, un juego pesado o bullying, que es un acoso reiterado contra un compañero o compañera.

La especialista aseguró que la Asociación Estatal de Padres de familia en Sonora no es ajena al problema de bullying, supervisa los casos y promueve una cultura de paz. Sin embargo, consideró que los intentos del estado por mantener la cultura de paz son insuficientes, se necesitan programas permanentes.

“Los proyectos y modelos educativos son sexenales o lo que duren los gobiernos. Cuando se va y regresa un nuevo gobierno, viene con nuevas propuestas. Esto hace que no se evalúe el programa actual y en ocasiones no tienen por qué sustituirlos”, mencionó.

Aseguró que en Sonora se ha trabajado con asociaciones, fundaciones, conferencias, charlas para sensibilizar y acercarse a las escuelas, pero también existen condiciones lo que llaman “condiciones de educabilidad”, es decir, lo que las familias mandan a las escuelas.

“Puedes tener una escuela que tenga todos los programas y se promueva la cultura pacifica, pero si en el contexto extraescolar; casa, equipos de futbol, béisbol, grupos de iglesia, no hay esa cultura de paz, el menor no va a la escuela dispuesto a convivir”, advirtió.

Explicó que algunas de las señales que advierten un problema de bullying en las y los menores puede ser: no dormir bien, problemas para desayunar, decide no ir a la escuela, no quiere hacer tareas, tal vez no tuvo control de esfínter durante la noche, entre otros.

Lamentó que haya familias que no pueden supervisar de cerca a sus hijas e hijos y es ahí cuando las agresiones suben de nivel y pueden poner en riesgo la vida del menor.

En ese sentido, hay que apoyar al infante o al joven con las herramientas emocionales para que confíen en la familia y empoderarlos. En cambio, si un niño o joven nos da la información de que está recibiendo una agresión y actuamos de manera negativa o prepotente, difícilmente el menor compartirá lo que le está sucediendo, comentó.

La investigadora de la Unison dijo que las escuelas deben tomar acción desde las primeras señales se ven más rápido en las familias que están más cercanas, porque tienen una supervisión y una rutina. Cuando esa rutina es rechazada es más fácil de detectar.

“Si hubo bullying, se les debe tratar como víctimas, porque en muchos de los casos se convierten en potenciales agresores”, alertó.

Dijo que la Procuraduría de la defensa de niñas, niños y adolescentes en Sonora, es la encargada de abordar y atender los casos de violencia en las escuelas, atender a la víctima y a los agresores.

“Muchas veces, las escuelas piensan que pueden tener el control de las situaciones, y no dan aviso a la procuraduría. En ese sentido si la escuela hace caso omiso pude recibir una sanción porque está actuando en omisión.

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