Tomado del diario digital Mas Información
Al menos 2 mil personas murieron en una avalancha de tierra que el viernes sepultó una aldea remota al norte de Papúa Nueva Guinea.
Las autoridades del país inicialmente estimaron un número menor de fallecidos, pero la cifra aumentó en los últimos días y continúan las labores de rescate.
Según Serhan Aktoprak, responsable de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Papúa Nueva Guinea, más de 150 casas quedaron enterradas bajo una capa de rocas y tierra de entre seis y ocho metros de profundidad.
La aldea de Kaokalam se ubica a 600 kilómetros al norte de la capital del país, Port Moresby.
Papúa Nueva Guinea se ubica en el océano Pacífico, es el país más grande y poblado de esta región. Se encuentra en la mitad oriental de la isla de Nueva Guinea, compartiendo la isla con Papúa Occidental, una región de Indonesia.
El número exacto de fallecidos sigue siendo incierto debido a los esfuerzos continuos de búsqueda y rescate. Además de los cadáveres recuperados, se reportan varios heridos, incluyendo 20 mujeres y niños.
La situación es crítica, y la zona del desastre sigue siendo peligrosa debido al riesgo de nuevas avalanchas.
La aldea de Kaokalam sufrió el impacto de una capa de rocas y piedras de entre seis y ocho metros de profundidad, afectando una zona de más de 200 kilómetros cuadrados. Esto incluye aproximadamente 150 kilómetros de la principal carretera de la provincia, lo que dificulta las labores de rescate y ayuda a los supervivientes.
Los accesos a la aldea están cortados por desprendimientos de tierra anteriores, lo que limita la posibilidad de llegar por carretera. La evacuación de los supervivientes está en marcha, con alrededor de mil 250 personas que necesitan ser trasladadas a lugares seguros.
Las imágenes compartidas en redes sociales muestran una vasta área de rocas y tierra arrancada de una colina, mientras los vecinos buscan supervivientes entre los escombros.
La región afectada sufre lluvias intensas e inundaciones, y aunque el país es rico en recursos naturales, gran parte de sus más de nueve millones de habitantes vive en extrema pobreza y enfrenta aislamiento debido a la falta de comunicaciones e infraestructura, especialmente en lugares remotos como este.
La actual catástrofe subraya la urgencia de mejorar la preparación y respuesta ante desastres en la región.
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